Viernes, 21 de mayo de 2010
Las fotos que nos quedan son en blanco y negro. Pero si pudiéramos regresar en el tiempo y contemplar la parrilla del Gran Premio de Mónaco de 1950, el Ferrari 125 de de 1.500 centímetros cúbicos Alberto Ascari luciría el impecable color del infierno. Hoy hace 60 años de aquel primer flirteo de Ferrari con la Fórmula 1. Y qué mejor que recordar el inicio de una relación que ha acabado desbordando la pasión de millones de seguidores en todo el mundo. Así comenzó la historia de un equipo cuya magia nadie ha sabido imitar.
Un herrero muy especial
Alfredo, cerrajero de Módena empleado en los talleres de ferrocarril italianos, vivió uno de sus mejores días de su vida el 18 de febrero de 1898: su segundo hijo vio la luz del día por primera vez sin complicaciones. Pero la intensa nevada caída le obligó a retrasar dos días su inscripción en el registro civil, al quedar incomunicado. Aquél herrero de profesión (“ferraro" en italiano) legó su apellido a su pequeño: Ferrari (plural de “ferraro") iba a convertirse en algo más que en el apellido de un gremio de la ciudad. Iba a convertirse en la marca por excelencia de los bólidos más soñados del mundo. Enzo Ferrari acababa de nacer. La historia del automovilismo, también.
Hoy celebramos el cumpleaños de Ferrari en la Fórmula 1. Pero Mónaco no era la primera vez que Ferrari estaba presente en una carrera de coches: en el verano de 1908, Enzo contempló por primera vez una carrera en directo, en Bolonia, aunque fue desde la grada. Quizá aquel rojo resplandeciente del Fiat de Felice Nazarro entrando triunfante en la meta se le quedara grabado de por vida al pequeño Enzo, tanto como hasta hacerle soñar con sus propios monoplazas flamantemente pintados de rojo pasión. No iba a tardar mucho en cumplir su sueño.
Piloto y periodista frustrado
La historia profesional de Enzo es la de la vocación en estado puro: tras ser herrero de burros, chófer, periodista y piloto, abandonó todo para la construcción de coches de competición. El deporte era su pasión. Los GT de calle no eran su prioridad en absoluto; de hecho los creó casi por obligación para aceptar la reglamentación deportiva y la lógica de un mercado ascendente. Porque en sus venas, en realidad, corría la adrenalina de la velocidad en circuitos. Una adrenalina que no pudo saciar como piloto, pues nunca estuvo a la altura (“Tenía un gran defecto: quería dominar siempre al coche, cuando sólo es necesario en algunas ocasiones”, recordaba Enzo sobre su pilotaje).
Tampoco como periodista se le recuerda especialmente, aunque como escritor tiene dos obras editadas (una autobiografía y un ensayo sobre los pilotos).
Sea como fuere, finalmente las 24 Horas de Le Mans de 1949 vieron por primera vez a esos dos coches rojos alineados en la salida en una de las más prestigiosas competiciones automovilísticas, donde ha firmado grandes victorias a lo largo de los años. Ferrari ya había montado sus bólidos en otras competiciones, pero el gran salto estaba por darse. El campeonato mundial de Fórmula 1 oficial todavía no se había creado, pero Enzo ya estaba presente en los circuitos. Al año siguiente, la Scuderia se perdió el nacimiento de la Fórmula 1, el 13 de mayo de 1950, pero desde el Gran Premio de Mónaco (el 21 de mayo) la historia de amor entre la Fórmula 1 y Ferrari quedaría sellada para siempre. Aunque no fue fácil.
El 125, primer paso en la F1
En el panorama automovilístico, poco a poco, las 24 Horas de Le Mans y el resto de pruebas fueron dejando paso elegantemente a la Fórmula 1. Aquel invento se convirtió en el preferido de la prensa internacional, que lo veía como el perfecto escaparate de los mejores coches, la mejor tecnología y los mejores pilotos de todo el mundo. Ferrari debía estar presente.
Enzo, ni ingeniero ni piloto, partió de cero y, tras esperar al término de la Segunda Guerra Mundial, completó su sueño: crear los mejores motores de competición montados sobre las mejores monturas. Quería ser la referencia del resto, el nombre que todos quisieran seguir. La música de los escapes de los 12V era hipnotizadora: “Siempre me ha gustado el canto del 12V”, declaraba Enzo enamorado de su sonido. Aurelio Lampredi y Gioacchino Colombo fueron los llamados por Enzo para crear el corazón de un litro y medio de 125, el primer monoplaza Ferrari que iba a participar en la Fórmula 1. Colombo, con suficiente experiencia en la creación del Alfa Romero 12C de 1936 (con el que Tazio Nuvolari ganó la copa Vandervilt), fue el artífice de dos modelos: el 125 S (creado en 1947 y que supuso el primer modelo que participó en una carrera con el nombre de Ferrari, en Piacenza), y el 125 de Fórmula 1, con el que nos quedamos.
Mónaco, primer circuito Ferrari
Ferrari ya tenía una cierta fama en la competición cuando apareció en la parrilla de salida del Gran Premio de Mónaco de 1950: el año anterior, el Ferrari 166MM se había hecho con la victoria de la dura prueba de resistencia francesa tras doscientas treinta y cinco vueltas intachables.
En Fórmula 1, sin embargo, no iban a ir tan bien las cosas en la primera temporada. Aunque Alberto Ascari fue uno de los que pudo esquivar la melé que se produjo en la bajada hacia Tabac, donde diez coches abandonaron por la primera colisión múltiple de la Fórmula 1, “sólo” pudo llegar segundo. Ese sería el único podio de la Scuderia en la temporada, además del de final de la temporada, en Monza.
Efectivamente, aquel 125 de Colombo sólo iba a lograr victorias fuera de la Fórmula 1. Y es que, cuando el uruguayo Óscar González le brindó la primera victoria a Ferrari en la Fórmula 1, el 14 de julio de 1951, el 375 ya había sustituido al 125 y al posterior 275. Pero no fue sino el Ferrari 500, de 1952, el que primero se alzaría con un campeonato mundial. Fue el de pilotos de Alberto Ascari. Él y Nino Farina monopolizaron ese año la clasificación. Ferrari había entrado por fin en la historia de la Fórmula 1 y, desde entonces, concebir un nombre sin el otro resulta harto complicado. La Scuderia Ferrari ha puesto en parrilla, en total, 1.741 monoplazas en casi ochocientas carreras (número que alcanzarán en Turquía).
Sus más de cinco mil puntos sumados en todas las temporadas, con 211 carreras ganadas y más de doscientas “poles” hablan de un equipo de leyenda. Los 16 campeonatos mundiales de constructores conseguidos (habrían sido 22 en total, pero este trofeo sólo se da desde 1958) y los quince de pilotos hacen que los pilotos sueñen con competir con la casa de Maranello a la menor oportunidad. Michael Schumacher sigue siendo otra dimensión al hablar de números, con casi mil puntos conseguidos para la Scuderia, seguido de Rubens Barrichello (412) y Felipe Massa (354). Y todo empezó hace hoy justo sesenta años. El sueño de un loco italiano se hizo realidad: Enzo ya no está con nosotros, pero su apellido es la referencia en todo el mundo. Tras todos estos años, sólo nueve hombres saben lo que es ser campeón del mundo de Fórmula 1 con Ferrari.
Las fotos que nos quedan son en blanco y negro. Pero si pudiéramos regresar en el tiempo y contemplar la parrilla del Gran Premio de Mónaco de 1950, el Ferrari 125 de de 1.500 centímetros cúbicos Alberto Ascari luciría el impecable color del infierno. Hoy hace 60 años de aquel primer flirteo de Ferrari con la Fórmula 1. Y qué mejor que recordar el inicio de una relación que ha acabado desbordando la pasión de millones de seguidores en todo el mundo. Así comenzó la historia de un equipo cuya magia nadie ha sabido imitar.
Un herrero muy especial
Alfredo, cerrajero de Módena empleado en los talleres de ferrocarril italianos, vivió uno de sus mejores días de su vida el 18 de febrero de 1898: su segundo hijo vio la luz del día por primera vez sin complicaciones. Pero la intensa nevada caída le obligó a retrasar dos días su inscripción en el registro civil, al quedar incomunicado. Aquél herrero de profesión (“ferraro" en italiano) legó su apellido a su pequeño: Ferrari (plural de “ferraro") iba a convertirse en algo más que en el apellido de un gremio de la ciudad. Iba a convertirse en la marca por excelencia de los bólidos más soñados del mundo. Enzo Ferrari acababa de nacer. La historia del automovilismo, también.
Hoy celebramos el cumpleaños de Ferrari en la Fórmula 1. Pero Mónaco no era la primera vez que Ferrari estaba presente en una carrera de coches: en el verano de 1908, Enzo contempló por primera vez una carrera en directo, en Bolonia, aunque fue desde la grada. Quizá aquel rojo resplandeciente del Fiat de Felice Nazarro entrando triunfante en la meta se le quedara grabado de por vida al pequeño Enzo, tanto como hasta hacerle soñar con sus propios monoplazas flamantemente pintados de rojo pasión. No iba a tardar mucho en cumplir su sueño.
Piloto y periodista frustrado
La historia profesional de Enzo es la de la vocación en estado puro: tras ser herrero de burros, chófer, periodista y piloto, abandonó todo para la construcción de coches de competición. El deporte era su pasión. Los GT de calle no eran su prioridad en absoluto; de hecho los creó casi por obligación para aceptar la reglamentación deportiva y la lógica de un mercado ascendente. Porque en sus venas, en realidad, corría la adrenalina de la velocidad en circuitos. Una adrenalina que no pudo saciar como piloto, pues nunca estuvo a la altura (“Tenía un gran defecto: quería dominar siempre al coche, cuando sólo es necesario en algunas ocasiones”, recordaba Enzo sobre su pilotaje).
Tampoco como periodista se le recuerda especialmente, aunque como escritor tiene dos obras editadas (una autobiografía y un ensayo sobre los pilotos).
Sea como fuere, finalmente las 24 Horas de Le Mans de 1949 vieron por primera vez a esos dos coches rojos alineados en la salida en una de las más prestigiosas competiciones automovilísticas, donde ha firmado grandes victorias a lo largo de los años. Ferrari ya había montado sus bólidos en otras competiciones, pero el gran salto estaba por darse. El campeonato mundial de Fórmula 1 oficial todavía no se había creado, pero Enzo ya estaba presente en los circuitos. Al año siguiente, la Scuderia se perdió el nacimiento de la Fórmula 1, el 13 de mayo de 1950, pero desde el Gran Premio de Mónaco (el 21 de mayo) la historia de amor entre la Fórmula 1 y Ferrari quedaría sellada para siempre. Aunque no fue fácil.
El 125, primer paso en la F1
En el panorama automovilístico, poco a poco, las 24 Horas de Le Mans y el resto de pruebas fueron dejando paso elegantemente a la Fórmula 1. Aquel invento se convirtió en el preferido de la prensa internacional, que lo veía como el perfecto escaparate de los mejores coches, la mejor tecnología y los mejores pilotos de todo el mundo. Ferrari debía estar presente.
Enzo, ni ingeniero ni piloto, partió de cero y, tras esperar al término de la Segunda Guerra Mundial, completó su sueño: crear los mejores motores de competición montados sobre las mejores monturas. Quería ser la referencia del resto, el nombre que todos quisieran seguir. La música de los escapes de los 12V era hipnotizadora: “Siempre me ha gustado el canto del 12V”, declaraba Enzo enamorado de su sonido. Aurelio Lampredi y Gioacchino Colombo fueron los llamados por Enzo para crear el corazón de un litro y medio de 125, el primer monoplaza Ferrari que iba a participar en la Fórmula 1. Colombo, con suficiente experiencia en la creación del Alfa Romero 12C de 1936 (con el que Tazio Nuvolari ganó la copa Vandervilt), fue el artífice de dos modelos: el 125 S (creado en 1947 y que supuso el primer modelo que participó en una carrera con el nombre de Ferrari, en Piacenza), y el 125 de Fórmula 1, con el que nos quedamos.
Mónaco, primer circuito Ferrari
Ferrari ya tenía una cierta fama en la competición cuando apareció en la parrilla de salida del Gran Premio de Mónaco de 1950: el año anterior, el Ferrari 166MM se había hecho con la victoria de la dura prueba de resistencia francesa tras doscientas treinta y cinco vueltas intachables.
En Fórmula 1, sin embargo, no iban a ir tan bien las cosas en la primera temporada. Aunque Alberto Ascari fue uno de los que pudo esquivar la melé que se produjo en la bajada hacia Tabac, donde diez coches abandonaron por la primera colisión múltiple de la Fórmula 1, “sólo” pudo llegar segundo. Ese sería el único podio de la Scuderia en la temporada, además del de final de la temporada, en Monza.
Efectivamente, aquel 125 de Colombo sólo iba a lograr victorias fuera de la Fórmula 1. Y es que, cuando el uruguayo Óscar González le brindó la primera victoria a Ferrari en la Fórmula 1, el 14 de julio de 1951, el 375 ya había sustituido al 125 y al posterior 275. Pero no fue sino el Ferrari 500, de 1952, el que primero se alzaría con un campeonato mundial. Fue el de pilotos de Alberto Ascari. Él y Nino Farina monopolizaron ese año la clasificación. Ferrari había entrado por fin en la historia de la Fórmula 1 y, desde entonces, concebir un nombre sin el otro resulta harto complicado. La Scuderia Ferrari ha puesto en parrilla, en total, 1.741 monoplazas en casi ochocientas carreras (número que alcanzarán en Turquía).
Sus más de cinco mil puntos sumados en todas las temporadas, con 211 carreras ganadas y más de doscientas “poles” hablan de un equipo de leyenda. Los 16 campeonatos mundiales de constructores conseguidos (habrían sido 22 en total, pero este trofeo sólo se da desde 1958) y los quince de pilotos hacen que los pilotos sueñen con competir con la casa de Maranello a la menor oportunidad. Michael Schumacher sigue siendo otra dimensión al hablar de números, con casi mil puntos conseguidos para la Scuderia, seguido de Rubens Barrichello (412) y Felipe Massa (354). Y todo empezó hace hoy justo sesenta años. El sueño de un loco italiano se hizo realidad: Enzo ya no está con nosotros, pero su apellido es la referencia en todo el mundo. Tras todos estos años, sólo nueve hombres saben lo que es ser campeón del mundo de Fórmula 1 con Ferrari.
Lun 22 Jul - 11:47 por Ismael99
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